miércoles, 28 de marzo de 2012

Hamburger University

Primero fue un periódico nacional, al menos en su edición digital, el que se hizo eco de la información. Y después ya apareció en los distintos periódicos gratuitos, acentuando el lado más impactante de la información: muchos trabajadores de empresas de limpieza son licenciados universitarios. La noticia en sí es sorprendente, cuanto menos. Pero más extraña, a mi juicio,fue la reacción de los participantes en el foro del periódico nacional en el que vi la noticia. La mayoría de los comentarios contenían una rabia enorme contra los universitarios, tipo "os creíais algo y ahora estáis limpiando lo que los demás ensuciamos"  y "¿de qué os ha servido estudiar?".
Hay estudios que señalan que en España hay más titulados universitarios de los que se precisan, y puede ser cierto. También es una realidad que ahora cualquier capital de provincia cuenta con una universidad, sin que esté demostrada su calidad ni en la docencia ni en la investigación (haya las universidades que haya, Salamanca siempre seguirá siendo Salamanca), y los resultados en cuanto al nivel académico pueden dejar bastante que desear. Por lo tanto, tener un título universitario ha quedado, en cierta medida, devaluado.
Sin embargo, a pesar de todo, la experiencia de la vida universitaria tiene un valor. No es extraño hoy día el hecho de tener un trabajo que implique menos cualificación de la que una persona ha adquirido, sin llegar a los excesos sensacionalistas de los tituales de prensa que hemos podido leer estos días. Creo que todos conocemos a psicólogos, historiadores, filólogos, titulados en arte,... ejerciciendo labores de administración, en comercio, en hoteles, en agencias de viajes, en supermercados, en hamburgueserías... y también en empresas de limpieza. Y ¿qué? ¿Eso le resta valor a su preparación? Evidentemente no. La preparación, la experiencia o la vivencia que te proporciona el paso por la universidad (aunque hay de todo en todos sitios, claro) va más allá del trabajo que realices por las circunstancias del momento. Un titulado que limpia una oficina lo hará igual que un limpiador que no es titulado. Pero, aún a riesgo de parecer clasista u orgullosa, estoy segura de que el titulado que limpia mantiene una forma de pensar más crítica y su percepción del mundo será más amplia. Es como viajar o no viajar: estás con una persona que ha viajado y vivido en diferentes lugares y puedes sentir o percibir esa diferencia en un no sé qué del que carece quien ha vivido siempre en el mismo lugar. O como leer: tratas con alguien que lee y aprecias un valor añadido que no percibes en quien no lee.
Seguramente será complicado, y más hoy día, que el titulado que trabaja como limpiador o como cajero o como recepcionista alcance un puesto de trabajo acorde con sus estudios. Pero el impulso cualitativo que le ha otorgado su paso por la universidad no habrá quien se lo quite.

sábado, 17 de marzo de 2012

Por una educación pública de calidad... ¡y valenciana!

No voy a negar que hasta hace bien poquito, hasta hoy mismo diría yo, el antiguo esplendor del Levante español había quedado oculto por cuestiones varias. Como no sé mucho de fútbol no puedo ni siquiera considerar si a lo largo de la temporada futbolística el Valencia, el Elche o el Levante han contribuido a proporcionar alegrías a esta tierra, azotada por la corrupción y las malas noticias económicas en los últimos tiempos. Con todo, siempre nos quedarán como elementos positivos el Mediterráneo (y más aún con la cercanía de esas vacaciones de Semana Santa que tanto anhelamos) y las naranjas. Pero, como decía, ha sido hasta hoy. ¿Qué ha ocurrido hoy para que valoremos especialmente a la Comunidad Valenciana?Me temo que está quedando una entrada del blog un tanto surrealista, porque, después de haber hablado de fútbol, de naranjas y de corrupción, tengo que enlazar con el tema educativo. Para ello voy a basarme en el lema que se ha puesto tan de moda durante los primeros meses de este curso (ahora, quizá sospechosamente motivado por la proximidad de los exámenes, ese afán reivindicativo ha decaido un poquito): por una educación pública de calidad. Es que parece que en la Comunidad Valenciana sí se va a tomar en serio lo de la calidad en la enseñanza. Claro, no va en la misma línea que los colectivos que se quejaban, injustamente, de tener que impartir dos horas más de clase a la semana (siempre dentro del marco legal ya establecido, no quiero resultar pesada y anteriormente expresé mi opinión en otra entrada del blog).
Qué duda cabe de que un aspecto importante a la hora de hablar de la enseñanza es el óptimo aprovechamiento que se debe hacer de los recursos de los que se dispone el terreno educativo. Esos recursos, como en toda empresa, se dividen en dos tipos: humanos y materiales. Y da la casualidad de que el recurso más protestón, el humano, es de los más privilegiados en el ámbito laboral tanto por jornada laboral como por la duración de sus vacaciones. Como siempre, vaya por delante mi respeto hacia la figura del profesor, cuya autoridad apoyo sin la menor duda. Pero por detrás de ese respeto vaya también mi crítica hacia todos aquellos profesores que, sin vocación de servicio alguna, se meten en este mundo sólo para conseguir unas condiciones laborales tan enviables como las que disponen. Y de éstos hay muchos, os lo aseguro (puedo no conocer bien otros gremios, pero el de los profesores os aseguro que me es muy familiar). Es una postura legítima, evidentemente; pero después no hay que hacer pucheros por lo duro que resulta su trabajo: igual que hay secretarias o policías que no disfrutan de su trabajo y lo realizan con total dignidad, tampoco pasa nada si a un profesor no le gusta su trabajo, que él libremente ha elegido. No sé a qué vino tanta rabieta por el hecho de que les hicieran dar dos horas de clase más por semana. La rabieta de ahora, la que he podido leer hoy en los foros de los medios de comunicación que se han hecho eco de esta noticia, me ha resultado ciertamente divertida, la verdad.
Pero vamos a lo que vamos. El caso es que en Valencia han decidido, acertadamente, aproximar el mundo escolar a la realidad social de este momento. Por eso parece ser que a partir del próximo curso los profesores sólo dispondrán de un mes de vacaciones, agosto. Y el mes de julio tendrán que dedicarlo a tareas de programación, planificación, evaluación,... Además, se pretende que el curso escolar termine a finales de junio, no a medidados, enlazando casi con el mes de julio. Esperemos que esto sea un primer paso para, dentro de muy poquito, extender las actividades escolares durante todo el mes de julio, atendidas por los mismos profesores. De esta forma se solucionaría el gran problema (o el gran desembolso) que implica el periodo de vacaciones para las familias con niños: las criaturas tienen casi tres meses de vacaciones y los padres, si son dos y trabajan ambos, apenas pueden cubrir un mes. Por una lado la sociedad tiene una necesidad enorme de atender a los niños en ese periodo de tiempo, y por otro estamos pagando a los profesores el salario del mes de julio y tenemos un montón de centros e instalaciones infrautilizados. La solución está clara, y los valencianos están resultando ser los pioneros en esta clarividencia. Ojalá cunda su ejemplo en toda España cuanto antes mejor.

lunes, 12 de marzo de 2012

Jóvenes prodigiosos

Cuando empecé a maquinar la idea del blog quise centrarme en actualidad y sociedad. Pero claro, una cosa es lo se piensa y otra muy distinta lo que sale después. Música, cine, tendencias... algo así era lo que quería. Y algo de eso queda, tampoco he renunciado a nada. No obstante, como ente en continua evolución que intento ser, pretendo aprender y ampliar mi punto de vista con lo que voy viviendo. Y los blogs estupendos que he ido encontrando en este tiempo también me han ido marcando el camino para ampliar mi horizonte a la hora de sentarme a escribir.
Hoy, sin embargo, vuelvo a uno de esos temas sobre los que quería escribir. Hasta ahora he reivindicado a Jason Bateman, he recordado "Se acabó el pastel" elogiando a Meryl Streep, he atacado a Javier Bardem, he ensalzado "Up in the air",... Y hoy añado a esta lista, para bien, el nombre de Curtis Hanson.
Seguro que todos habéis visto "En sus zapatos", o "La mano que mece la cuna", o "El río salvaje", o la aclamada "L.A. Confidential". Pues bien, todas ellas son obra de mister Hanson. Y, como suele ocurrirme con frecuencia, vengo a mencionar una obra que quizá no sea muy conocida pero que seguro que no os arrepentiréis de ver: "Jóvenes prodigiosos". Actual, lo que se dice actual, no es. Bueno, no es actual si nos basamos en el criterio cronológico, porque sí que es universal si nos centramos en el ámbito temático. Cronológicamente, digamos, es del año 2000. Y cuenta en su reparto con el siempre interesante Robert Downey Jr, un pre-spidérmico Tobey Macguire y un brillante como nunca Michael Douglas que, por lo demás, nunca ha sido uno de mis actores predilectos.
La situación que nos plantea la película cruza varias historias con un hilo conductor fácilmente identificable desde el principio (no es, por lo tanto, un conjunto de historias independientes que luego resultan tener un nexo común): un profesor universitario que comete adulterio con la esposa del rector de su facultad; ese mismo profesor, como escritor bloqueado incapaz de dar término a una segunda novela; el agente del escritor, a la caza de cualquier talento al que poder arrimarse para no desaparecer fulminado por la competencia; el alumno extraño y superdotado que escribe de manera magistral pero que se muestra incapaz de relacionarse con su entorno,... ¡¡y ese perro, asesinado en defensa propia, que se pasa media película en el maletero de un coche!!
El guión de "Jóvenes prodigiosos" es brillante: todas las historias están adornadas con un sentido del humor muy particular y consigue llegar a rincones profundos del alma, atravesando zonas llenas de fragilidad, de desconfianza, de amor sincero, de envidia, de temor y de vida. Espero que muchos de vosotros no la conozcáis, porque así os habré podido regalar un par de horas llenas de buen cine.

lunes, 5 de marzo de 2012

Teresa y Leticia

Espero que nadie se haya llamado a engaño pensando que este blog va a anunciar que Letizia ha cambiado la acera de Felipe por la de una tal Teresa. Es que los tiros no van por ahí en absoluto. En alguna entrada anterior os he mencionado a una vecina, madre soltera, con la que he entablado bastante amistad. Hace meses os relaté mi experiencia cuando me pidió, por primera vez, si podía recoger a su hija a la guardería. Tampoco es que nos encontremos todos los días, porque eso sería imposible por el ritmo de vida que nos impone nuestra existencia diaria, con trabajos y demás complicaciones. Pero sí es cierto que ya me siento más acompañada en mi barrio, y que eso me proporciona cierta tranquilidad. Además, gracias a ella mi círculo de amistades se ha ampliado a gente del lugar donde vivo, algo que para mí es bastante nuevo porque siempre me he movido más por el ámbito laboral o los amigos de la Universidad, cada uno ya por un sitio.
Así es como, de buenas a primeras, me veo involucrada en una Primera Comunión. La cadena que me ha llevado a esta situación sería un poco larga de explicar, pero basta con decir que Marga ha sido responsable en parte. Y he escrito “involucrada” en lugar de “invitada” porque, aunque trato de morderme la lengua y contenerme, cuando presencio algunas tonterías no puedo evitar intervenir. Con mucha educación y mucho tiento, pero intervengo. Y la tontería en cuestión era que los padres de la niña, él autónomo en proceso de cese de negocio, y ella cobrando el paro, fueran a utilizar su tarjeta de crédito para pagar los 330 euros que les costaba el vestido de comunión. Claro que barajaron la posibilidad de alquilarlo o coger uno de segunda mano. Sin embargo, la madre, sobre todo, rechazó esas opciones porque se sentía muy mal al no poder proporcionar a su  hija lo que ella sí tuvo cuando era niña.
Después de mucho buscar y de gastar en gasolina (más de lo iban a ahorrar con la elección de vestido) encontraron uno por ese precio, 330 euros. No era muy llamativo porque su hija, con un criterio y una discreción que la honran, se siente ridícula con los lazos, los perifollos, las gasas y la pedrería con la que se suelen adornar estos vestidos. Y ese buen criterio nos dio la idea a Marga y a mí. Con una taza de café y mi ordenador nos dispusimos a involucrarnos, buscando un vestido de comunión que cumpliera el deseo de sencillez de la hija y la necesidad de precio de los padres. No fue tan complicado dar con ellas, con Teresa y Leticia, un taller + show room que prepara sus propios diseños de ropa para niños. Y entre los modelos que incluyen tienen algunos de comunión y ceremonia. Son todos preciosos, las telas que ofrecen son estupendas y con una calidad que las hace perfectas para sus diseños. Y los precios, magníficos. ¡¡Un vestido de comunión por menos de 100 euros!!
Encontramos la información en su web, y luego fuimos las tres, Marga, la madre y yo, a visitar el show room, muy cerquita del estadio Santiago Bernabéu. Nos encantó el ambiente, el trato, la forma de aconsejarnos, toda la ropa (tanto que Marga ha encargado también allí la ropa que su hija llevará ese día) y la profesionalidad de Teresa y Leticia.
Mi desconocimiento sobre el tema “primeras comuniones” era total hasta ahora. Ojalá que este blog y su información puedan llegar a tiempo a quienes están aún en el proceso de preparación de una ceremonia como ésta.