lunes, 5 de marzo de 2012

Teresa y Leticia

Espero que nadie se haya llamado a engaño pensando que este blog va a anunciar que Letizia ha cambiado la acera de Felipe por la de una tal Teresa. Es que los tiros no van por ahí en absoluto. En alguna entrada anterior os he mencionado a una vecina, madre soltera, con la que he entablado bastante amistad. Hace meses os relaté mi experiencia cuando me pidió, por primera vez, si podía recoger a su hija a la guardería. Tampoco es que nos encontremos todos los días, porque eso sería imposible por el ritmo de vida que nos impone nuestra existencia diaria, con trabajos y demás complicaciones. Pero sí es cierto que ya me siento más acompañada en mi barrio, y que eso me proporciona cierta tranquilidad. Además, gracias a ella mi círculo de amistades se ha ampliado a gente del lugar donde vivo, algo que para mí es bastante nuevo porque siempre me he movido más por el ámbito laboral o los amigos de la Universidad, cada uno ya por un sitio.
Así es como, de buenas a primeras, me veo involucrada en una Primera Comunión. La cadena que me ha llevado a esta situación sería un poco larga de explicar, pero basta con decir que Marga ha sido responsable en parte. Y he escrito “involucrada” en lugar de “invitada” porque, aunque trato de morderme la lengua y contenerme, cuando presencio algunas tonterías no puedo evitar intervenir. Con mucha educación y mucho tiento, pero intervengo. Y la tontería en cuestión era que los padres de la niña, él autónomo en proceso de cese de negocio, y ella cobrando el paro, fueran a utilizar su tarjeta de crédito para pagar los 330 euros que les costaba el vestido de comunión. Claro que barajaron la posibilidad de alquilarlo o coger uno de segunda mano. Sin embargo, la madre, sobre todo, rechazó esas opciones porque se sentía muy mal al no poder proporcionar a su  hija lo que ella sí tuvo cuando era niña.
Después de mucho buscar y de gastar en gasolina (más de lo iban a ahorrar con la elección de vestido) encontraron uno por ese precio, 330 euros. No era muy llamativo porque su hija, con un criterio y una discreción que la honran, se siente ridícula con los lazos, los perifollos, las gasas y la pedrería con la que se suelen adornar estos vestidos. Y ese buen criterio nos dio la idea a Marga y a mí. Con una taza de café y mi ordenador nos dispusimos a involucrarnos, buscando un vestido de comunión que cumpliera el deseo de sencillez de la hija y la necesidad de precio de los padres. No fue tan complicado dar con ellas, con Teresa y Leticia, un taller + show room que prepara sus propios diseños de ropa para niños. Y entre los modelos que incluyen tienen algunos de comunión y ceremonia. Son todos preciosos, las telas que ofrecen son estupendas y con una calidad que las hace perfectas para sus diseños. Y los precios, magníficos. ¡¡Un vestido de comunión por menos de 100 euros!!
Encontramos la información en su web, y luego fuimos las tres, Marga, la madre y yo, a visitar el show room, muy cerquita del estadio Santiago Bernabéu. Nos encantó el ambiente, el trato, la forma de aconsejarnos, toda la ropa (tanto que Marga ha encargado también allí la ropa que su hija llevará ese día) y la profesionalidad de Teresa y Leticia.
Mi desconocimiento sobre el tema “primeras comuniones” era total hasta ahora. Ojalá que este blog y su información puedan llegar a tiempo a quienes están aún en el proceso de preparación de una ceremonia como ésta.

6 comentarios:

  1. Nunca he entendido el dispendio de la última década en las comuniones, celebrándolas como si fueran bodas. La mía aconteció en 1984 y fue sencilla y feliz, invitando a menos de veinte personas. Ahora sin embargo se tira la casa por la ventana. Nos hemos creído ricos sin serlo, y así nos ha lucido el pelo.

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  2. ¡Lo que se aprende en los blog! Yo soy de la opinión de que los sacramentos y la adhesión a una religión deben hacerse en la edad adulta... ¡ayns, las tradiciones!

    www.abajolasopos.wordpress.com

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    1. La adhesión definitiva, sin duda. De hecho, en el caso del catolicismo, está por ahí la Confirmación. Claro, que ese paso ya no requiere tanto vestido ni preparativo ja ja ja.

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  3. Pués mi experiencia con Teresa y Leticia fue nefasta! claro que por ese precio no puedes pedir maravillas pero por lo menos que esté bien cosido y que sean educadas.

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  4. oportunidad financiero para sus necesidades

    Este mensaje va dirigido a los particulares, a los pobres, al Banco privado, a los empresarios públicos o privados, o a todos

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    reactivar sus actividades o para la realización de un proyecto, o para garantizar el futuro de sus niños, o para comprarle un

    apartamento, un coche, pero es una prohibición bancaria o su expediente a verano rechazado al banco. Soy un particular,

    concedo préstamos a todas personas que pueden respetar sus compromisos. Este préstamo se concede a todas las personas capaz

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  5. Buenas tardes,
    A día de hoy no han cerrado. De hecho les va bastante bien, hecho sorprendente viendo que es política de la casa no atender el teléfono y tratar a las clientas de forma totalmente impersonal.
    Debe ser porque los vestidos son bonitos y están bastante bien de precio, porque por lo demás, no tiene explicación.
    Llegué este mes de marzo, fui un par de veces con la niña, y las dos tuve que esperar más de una hora para poder pasar al showroom. Cuando llegas tienes un turno automático donde coger la vez, igual que en la frutería. La primera vez como digo esperamos pacientemente en una salita de espera donde caben cómodamente 6 u 8 personas más de una hora, compartiendo dicha salita con unas 15 personas más, entre niños cansados y madres. Una experiencia única, porque la siguiente vez me fui al starbucks cercano para merendar con la niña con la mala suerte de que se me pasó la vez. La solución que me dio la simpática showroomista fue que cogiera número otra vez ante mi cara perpleja, frustrada y un poquito contrariada después de pasar allí media tarde poniendo tickets para el estacionamiento regulado.
    Después de estas aventuras tan entrañables, nos llega el turno de pasar y podernos probar los vestidos. Ni que decir que mi hija estaba hasta el moño después de un día de cole (porque en fin de semana no abren) y no estaba muy colaboradora que digamos, a pesar de lo bonitos que puedan ser los vestidos.
    Como tampoco tienen todas las tallas de todos los modelos, se probó una talla 5 del modelo Niza y una talla 6 del modelo París. (Mi hija cumple los 8 años en Mayo) y necesitábamos un vestido para una boda el día 20 de Mayo. Estábamos en Marzo porque como tienen tanta demanda hay que encargar el vestido un mes antes, en mi caso 2.
    Yo encargué la talla 6, o esa es mi percepción, porque la talla 5 le quedaba muy justa, y los niños suelen crecer a estas edades, con lo que no merecía la pena ir tan justa para una boda a 2 meses vista.
    Cuando llego esta tarde a recoger el vestido, soportando las protestas de mi hija que se temía lo peor, otra hora allí aguantando calor y niños aburridos, milagro, el showroom estaba casi vacío, pero resulta que la talla que me han confeccionado es la 5.
    Y señoras, esto son lentejas, si quieres las comes y si no las dejas.
    O bien te comes el vestido con patatas o pierdes los 20€ de señal que diste.
    Desde luego las gerentas del sitio te dan facilidad cero para cualquier gestión que quieras hacer. Si te vas mosqueada, frustrada o cabreada como salgo yo cada vez que visito la tienda, pues es tu problema.
    Dudo mucho que el vestido le valga para la boda del día 20, pero creo que a ellas esto les importa bastante poco. Van a hacer caja y si te gusta como si no.
    Si alguien decide volver, que vaya bien armada con hacha y cuchillo, y lo mire todo cien mil veces, porque hasta el chino de la esquina se muestra más razonable a la hora de solucionarte un problema.
    Desde luego no pienso recomendar este sitio a nadie.

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