miércoles, 22 de diciembre de 2010

Una fantasía para Navidad

¡¡No he podido resistirme a la tentación!! Había pensado escribir una entrada hoy sin que aparecieran en ella las palabras "Navidad" o "lotería". Sin embargo, no he podido evitarlo y, para poner el título de estas líneas, mis dedos se han lanzado hacia las teclas de la ene, la a, la uve, la i, la de, la a y de nuevo la de. Será que no podemos escapar del ambiente y las circunstancias que nos rodean.

Con todo, no os espantéis y no huyáis, seguid leyendo. Esta entrada, en realidad, no va a tratar tanto de la "Navidad" como de la "fantasía". Y aquí utilizo el término "fantasía" en todos sus sentidos, los más imaginativos y, por qué no, los más lujuriosos.

Hacia esta última vertiente, la de la lujuria, van dirigidas las fantasías de una de mis amigas. Lo cierto es que la chica no es nada vulgar; es más, me atrevería a decir que es bastante distinguida. También tiene un trabajo nada vulgar (asistente de dirección) en una gran empresa. Su coche es un Smart, que como su nombre indica, es bastante exclusivo. Y su pareja, que también tiene, destaca por ser a la vez señorial y delicado. Pues bien, mi amiga me confesó que tenía fantasías (ya sabéis de cuáles, y quizá sea por verse rodeada de tanta finura) con un butanero. Cuando me lo confesó en una de nuestras noches de "mujeres unidas de fiesta" casi tuve que preguntarle qué era un butanero, porque me parece que es una especie en extinción. De hecho me parece que para ver una bombona de butano hay que alejarse bastantes kilómetros de Madrid o de cualquier gran ciudad.
No voy a negar que el secreto de mi amiga me produjo cierta perplejidad (me niego a utilizar una expresión que suena tan mal como "me quedé ojiplática"), pero no quise darle demasiada importancia. No obstante, algo debió de quedar en mi subconsciente porque, pocos días después, me sorprendí teniendo una fantasía yo misma. En este caso no se trataba de un butanero, sino de otro gremio que también va uniformado. Y hoy, como estamos cerca de Navidad, he decidido que os la voy a contar, en parte para ver si consigo que así se cumpla.
El momento de la fantasía en sí se produjo cuando iba al volante de mi coche (¿recordáis a mi querido Citroën C-3?), callejeando por Madrid para intentar atajar. Era una calle estrecha, con coches aparcados a ambos lados, y con un solo carril para circular. Tenía delante de mí dos o tres coches. Y, por delante de ellos, un autobús. Y ahí vamos, al autobús. Como estábamos parados ya unos minutos intenté averiguar, visualmente, el motivo del pequeño atasco: no había ningún semáforo, ni un paso de peatones con personas esperando para cruzar, no se apreciaba ninguna señal de accidente,... Y entonces, esforzando la vista un poco, lo vi. Allí estaba él, el conductor del autobús. Rondaría los treinta y pocos. Era moreno de piel y llevaba el pelo corto, también oscuro. Tenía puestas unas gafas de sol Ray-Ban de aviador, que le daban un aire canalla y seductor al mismo tiempo. Por la ventanilla sacaba su musculado (no musculoso, eso me da un poco de grima) brazo, en un gesto despreocupado. Pude ver que estaba cobrando o entregando tickets a la gente que, en larga cola, accedía al autobús, al tiempo que su brazo izquierdo fuera de la ventanilla, jugueteaba dando golpecitos al enorme espejo retrovisor. La cantidad de gente que subía al autobús era considerable, de forma que tenían que bajar de la marquesina de la parada del autobús, y situarse también en el ensanchamiento o arcén que los ayuntamientos, en parte para justificar los Planes E contra la crisis, están instalando en casi todas las paradas.
En este contexto tuve mi fantasía, que fue profunda y casi religiosa, como diría alguno por ahí: por un momento me imaginé, vívidamente, que el sexy autobusero se dignaba a apoyar sus dos poderosas manos en el volante y a colocar el dichoso autobús dentro del arcén habilitado para que suban y bajen los usuarios del transporte público. De esa forma, con total seguridad, evitarían esperas inútiles e injustificadas a tantos conductores/as que, como yo, tenemos que perder nuestro tiempo inútilmente porque a ellos no les da la gana estacionar como deben.
Desde aquí pido al cuerpo de butaneros que hagan realidad la fantasía de mi amiga; y también, claro está, pido al cuerpo de autobuseros que, como gesto de buena voluntad en estas entrañables fechas, ¡¡paren correctamente los autobuses y no lo hagan como les sale de las Ray-ban!!

jueves, 16 de diciembre de 2010

Día 7 de marzo

Con el paso de los años, la verdad, se relativizan muchas cosas. Y una de las que van perdiendo peso es la importancia que, social y personalmente, otorgamos a ciertas fechas. Por ejemplo, no va conmigo eso de ser feliz porque toca y es Navidad; ni el corazoncito rojo con un "te amo" porque es 14 de febrero; tampoco me atrae ya lo de disfrazarse para poder entrar en un local de moda porque es Carnaval; por no decir ya lo poco que me afecta el día de santa L., mi patrona personal.

No obstante, hay una fecha que creo que sí voy a reivindicar a partir de ahora: el 9 de marzo. Está muy bien que, cronológicamente, suceda al 8 de marzo, que es una de las celebraciones que sí me parecen importantes, el día de las féminas currantas. Pero es que, además, el 9 de marzo fue declarado por el Congreso"Día de los desaparecidos sin motivo aparente".
Vaya por delante esta aclaración de total solidaridad con todas las familias que han sufrido la desaparición de un ser querido sin que, aparentemente, haya una razón que lo justifique. Esa situación de angustia debe de ser terrible en el día a día. Lo que pretendo hacer en esta entrada del blog es dar un paso más en esa advocación del 9 de marzo y centrarme en un hipotético día de los desaparecidos virtuales sin motivo aparente y voluntariamente.
Porque ¿de qué sirve no registrarse en Facebook y demás familia para evitar encontrarte, aunque sea virtualmente, con el inadaptado amigo de la adolescencia del que saliste huyendo cuando descubriste que la vida no está tan mal después de todo, o con la creída y orgullosa líder de la pandilla de amigas que pensaba que el orbe giraba a su alrededor, o con la colega del trabajo que era una trepa y no dudaba en pisotearte con su más seductora sonrisa ante la mirada babosa del jefe? Es que yo no quiero volver a encontrarme con según qué gente. Y el sólo hecho de verlos en una fotografía en el monitor de mi ordenador me produce un malestar inimaginable. Eso por no entrar en las profundides sentimentales que implican los ex- que me han dejado y a los que he dejado de malos modos.
El colmo de este absurdo insoportable es, por ejemplo, que algunos familiares míos (por lo tanto tan "Gantes" como yo) me escriban explicando eso de que "por facebook me ha escrito un/a tal XXXXXX preguntando por ti, ¿le doy tu email?". Pues NO, NO y mil veces NO. Así que ya sabéis, Gantes del mundo: soy una desaparecida sin motivo aparente, pero con muchos motivos de otro tipo. Y si alguien quiere saber de mí, que me busque en mi blog, porque es lo más cerca que quiero estar de algunos especímenes que me he cruzado por la vida. Quizá sea el momento de solicitar al Congreso la declaración del Día Anti-FacebooK o Anti-Redes Sociales. ¿Qué tal el 7 de marzo?

jueves, 9 de diciembre de 2010

¿Igual que descubrir una cana?

Debe de ser algo así como la Corín Tellado de los anglosajones. El caso es que en los últimos cuatro o cinco años, con una distancia cronológica de año y pico entre una y otra, he leído con entusiasmo tres novelas de Rosamunde Pilcher.
Nunca me ha interesado ni gustado lo que podríamos llamar novela rosa. Incluso soy de la opinión de que es un género que, hasta cierto punto, ofende a la mujer por la representación que hace de ella. De ahí viene mi terror al darme cuenta de que este año he vuelto a caer en la piedra que, periódicamente, me tiende Rosamunde Pilcher. Ser consciente de esta debilidad se ha convertido en un suplicio similar al descubrimiento de una cana en mi melena. El caso es ése, que este año he leído "Los buscadores de conchas" y, anteriormente, "Septiembre" y "El regreso". Y lo peor de todo: ¡¡os recomiendo que leáis alguna (en especial las dos últimas)!!
Ahora viene la parte complicada, porque tengo que intentar razonar qué le veo de positivo a estas novelas. Partamos de la base de que sólo albergaba sospechas de la vinculación de missis Pilcher con la novela romántica... hasta que el dios Google me lo confirmó mediante la intercesión de la santa Wikipedia. Si leéis alguna de estas obras veréis que el lenguaje edulcorado y arquetípico es el que asociamos a la novela rosa. Sin embargo, la definición de los personajes femeninos, me parece, es bastante más fuerte y progresista de lo que cabría esperar en este tipo de literatura.
Uno de los aspectos que más me llama la atención en lo que he leído de esta autora es el valor que le concede a lo cotidiano, a los gestos y las acciones del día a día tales como preparar una comida, arreglarse para acudir a una reunión de negocios, elegir un ramos de flores, conducir de regreso tras una dura jornada de trabajo, organizar un encuentro con amigos,... Las prisas de nuestro día a día actual nos impiden casi siempre darnos cuenta del alcance de nuestras mismas acciones. Esa reivindicación de Pilcher me llega profundamente.
Y otro factor determinante en estas novelas, no sé si será característica común de este género, es la imagen de la casa, del hogar, como referencia absolutamente necesaria para sentirse parte de un algo mayor, de unas raíces que más que atarnos nos sujetan y sirven de amarre para no perecer en las embestidas que nos proporciona la vida.
No sé si me atrevería a desvelar oralmente ante nadie esta inclinación de lectura, porque... ¿quién de nosotras no utiliza un tinte o unas mechas para ocultar sus canas?

jueves, 2 de diciembre de 2010

Se acabó el pastel

Siempre me ha gustado Meryl Streep. Hasta cierto punto, dejando a un lado sus increíbles dotes como actriz, puede que me sienta identificada con ella. Por supuesto que me gustaría más sentirme identificada con Michelle Pfeiffer, pero entre esta rubia y yo hay un abismo, no serviría de nada negarlo. No creo que Meryl Streep haya sido nunca una mujer guapa ni sexy ni atractiva, pero sí que tiene la capacidad de parecer guapa, sexy y atractiva ("La muerte os sienta tan bien", "Vida y amores de una diablesa", "La decisión de Sophie",...). Por esa línea ando yo. No voy a tirar piedras sobre mi propio tejado diciendo que soy un adefesio, porque para nada sería cierto. Pero sí es verdad que conozco a más de una que es más guapa, sexy y atractiva que yo. No obstante, haciendo honor a la realidad, debo reconocer que tengo la capacidad, como Meryl, de simular que soy guapa y atractiva (lo de sexy ya es más subjetivo, aunque de vez en cuando lo intento, claro).
El hecho es que Meryl Streep me parece una actriz estupenda y una gran mujer. Soy aficionada al cine y, desde muy jovencita, he seguido su carrera, como la de tantos otros actores y directores. Pero con Meryl Streep hay algo especial, quizá porque ha interpretado a mujeres tan dispares que resulta imposible no sentirse cerca de alguno de sus personajes. Sus cimas, en mi opinión, "Mamma Mia", "Memorias de África", "Los puentes de Madison", "Enamorarse", "El diablo se viste de Prada", "Postales desde el filo" y... "Se acabó el pastel".
Y es ésta última precisamente la que elegí anoche para volver a visonar. La vi cuando la estrenaron en el cine, en 1986. Por aquel entonces, os aseguro, mi corazón no había sufrido tanto como el de Raquel, el personaje central de la película. Y pese a esa diferencia de edad y vivencias entre Raquel y yo, me fascinó la forma como prepara el pastel que da título a la película y lo arroja al rostro de Jack Nicholson (sin duda otro de mis grandes del cine, aunque también me queda lejos cronológicamente, no os vayáis a pensar...). Hay escenas estupendas en esta obra de Mike Nichols, como las dudas de Raquel justo antes de su boda, vestida ya de novia y con los invitados esperando; o las canciones que entonan ella y Mark (el personaje de Nicholson) cuando le comunica que van a ser padres; y sobre todo la escena en la peluquería cuando Raquel, escuchando la conversación de una peluquera que le explica a otra los indicios por los que ha descubierto que su marido le es infiel, asocia ideas y llega a la terrible conclusión de que su Mark también la está engañando.
Si no habéis visto esta película, vedla. Y  si ya la conocéis, volved a verla. Pasaréis un buen rato y os daréis cuenta de que hubo un tiempo en el que no todo estaba bien ni era correcto, un tiempo en el que no se podía aceptar todo a cualquier precio, ni todo era absolutamente relativo. Cualquier tiempo pasado... ¿fue mejor?

viernes, 26 de noviembre de 2010

El coche de mi "amiga" Lara

Si utilizamos la palabra "amiga" en un sentido amplio y generoso, podría decirse que tengo una "amiga" que se llama Lara. Es una chica asturiana bastante abierta, muy lista en todos los sentidos que queramos otorgarle al término. Pero, a pesar de todo, también es poco más que mileurista, como casi todas mis amistades, dicho sea de paso. Sin embargo, mi "amiga" trabaja de ingeniera en una empresa de tecnología o de tornillos asiáticos. He escrito que trabaja de ingeniera, no que lo sea. Más que nada porque no tiene terminada la carrera, le quedan dos años. No obstante, a ella se le llena la boca cuando dice que es ingeniera, mirando un poco bastante por encima del hombro a los que trabajamos en administración. Claro que "los administrativos" solemos tener terminada alguna Psicología, Filología, Ciencias Políticas,... Pues eso, que mi "amiga" Lara es así. Y cuando uno/a es así lo demuestra en todo, hasta en el coche que se quiere comprar.

Cuando quedo con mi "amiga" Lara solemos ir un grupo de conocidos, de edad similar, de parecidas características y con similares trabajos (=salarios). A Lara le gusta pedir consejo a cuantas más personas mejor sobre casi todo lo que ella cree que implica una mejoría en su vida. Todavía me acuerdo que durante dos meses estuvimos cambiándonos de piso con ella (¡¡de alquiler!!), y durante dos semanas seguimos el rápido cortejo al que la sometió Marín, su última pareja. Por si os lo estáis cuestionando, pues sí, Lara es de esas personas que tarda más en encontrar un piso de alquiler que en irse a la cama con alguien. Y también es de las que tardan más en decidir qué coche se compra que en buscar piso. Eso implica que estuvimos cuatro meses pendientes del coche que se iba a comprar.
Quizá sea ahora el momento de aludir a mi maravilloso Citroën C-3, de los antiguos, de los que indican la ciudad de matriculación en la placa (¡que conste que fue de los últimos números de numeración de las matrículas antiguas!). Estoy muy orgullosa y muy contenta con mi utilitario. Ya lo tengo pagado (evidentemente, con la de años que tiene, lo raro sería seguir pagándolo aún), está muy bien conservado y cuidado, cubre de sobra mis necesidades de velocidad y espacio (excepto cuando voy a Ikea, para qué voy a mentir),... Vamos, que es una maravilla. Supongo que con toda esta explicación puede quedar patente mi punto de vista sobre los coches y su relativa importancia.
Volviendo a Lara, siguiendo su costumbre, empezó a pedir opiniones a los chicos del grupo. Sí, Lara siempre suele trabar conversación primero con el género masculino, es otra de sus características. Poco a poco todos y todas fuimos dando nuestro parecer. De todas las bocas salían unos nombres de marcas y modelos de coche como Lexus, Avensis, Golf, BMW, Serie 6, Auris, Toyota, Mercedes,... Y fue ahí cuando, por un momento, pensé que todo el mundo sufría una anmesia o que vivían tan lejos de la realidad como Zapatero cuando dijo que televisión que un café costaba 80 céntimos. Parecía como si nadie conociera el Ibiza, el Fiesta, el Ford Fusión, los 207 ó 307 de Peugeot, el Altea, los Renault, los Kia, Hyundai,... Armándome de valor me atreví a sugerir el Citroën C-3 , o el C-4, "aunque ese ya sube bastante para lo que ganamos". La reacción general fue un silencio frío, tenso y sepulcral. Pálida y con un gesto desdeñoso, mi "amiga Lara" me miró y, en voz alta, comentó: "Elías, mi masajista, tiene uno de esos, el C-4, y me dice que no va mal; pero claro, ¡¡yo no quiero tener el mismo coche que mi masajista!!".
En fin. ¿Os dais cuenta ahora de por qué Lara es mi "amiga"?

jueves, 18 de noviembre de 2010

Kate Middleton, mucho mejor que otras (aunque me ha hecho sentir vieja)

Dejémoslo en que nací en la década de los 70, obviando el año exacto, porque tampoco es cuestión de deprimirse más de lo necesario. El caso es que ayer fui partícipe de la feliz noticia del próximo matrimonio del Príncipe Guillermo de Inglaterra y Kate Middleton. Y claro, eso me hizo retrotraerme a lo profundo de mi memoria para rescatar de allí el recuerdo claro y nítido del anuncio del compromiso del Príncipe Carlos y Lady Di. Es que me acuerdo tan bien de la boda del padre... ¡¡y ahora voy a presenciar la boda del hijo!! Esos treinta años que han pasado, la verdad, los he aprovechado muy bien. Pero es tan irreal e incríble que ya se case este chico, que dentro de mi mente se ha quedado plantado en los 18 años...
No puedo resistirme a comentar un poquito sobre Kate, sin citar la complejidad de integrarse en una Casa Real tan tradicional y estricta como la británica. La verdad es que esta chica lo ha sabido hacer muy bien, mucho mejor que otras, sin ocupar un papel que no le corresponde. Por eso siempre me ha gustado. Y en el momento del anuncio de la boda, la verdad, ha triunfado. Mucho más que otras. Para empezar, la elección del atuendo ha sido un acierto doble: por un lado, no ha querido romper innecesariamente ninguna regla de vestuario y se ha puesto un vestido, en lugar de pantalón. Mucho mejor que otras. Y en segundo lugar, el color del vestido elegido era un homenaje a Diana, la madre de Guillermo, porque era muy similar al color  escogido por ella en 1981 para la misma ocasión.
Además, Kate ha tenido la confianza precisa para conquistar el corazón de Guillermo durante muchos años, sin prisas y sin tener nada que ocultar. Para ello ha contado con su saber estar y su sentido del humor. En el anuncio del compromiso Guillermo aludió a eso, al buen humor de Kate, y al hecho de que sabe reírse de sí misma. En eso, también, es mucho mejor que otras.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Una "Sonrisa" "De par en par"

¡Menos mal que los últimos meses de este aciago año nos están dejando algunas alegrías! Y no, no me refiero a las bodas de personajes del papelón rosa tipo hijo de Nati Abascal, ni a la pactada reconciliación de la mal llamada princesa del pueblo (no sé de qué pueblo será princesa semejante personaje, del mío desde luego que no...). Evidentemente prefiero a estos otros ejemplos de mujer, que más nos vale tomar como referencia a todas.
Y es que las alegrías de este último trimestre del año tienen nombre de mujer, porque vienen de la mano de dos grandes personalidades de la música en español. De la música en español y no sólo de la música en España, porque, por suerte para nosotros, estas dos damas siguen haciendo patria (eso, patria, lo que ahora ya no sabemos ni lo que es) por varios países del mundo que se recorren para promocionar sus trabajos.
Una, la de la "Sonrisa", es ella, Ana Torroja. Ya llegó a cotas muy elevadas con uno de sus discos inéditos anteriores, "Frágil". Y ahora, con "Sonrisa", da un paso más, después de un tiempo apartada de la música por los tristes acontecimientos que casi todos sabemos que le ha tocado vivir. Lo mejor de Ana Torroja es que ha creado un universo propio independiente de su vinculación con Mecano. Y ese universo, mecido con la calidez de su voz, nos transporta a piezas tan perfectas como las que nos trae en "Sonrisa".
Y la otra, no podía ser de otro modo, es Marta Sánchez. Que sí, que es cierto, es la mejor voz que hay en la música actual. Quien lo dude, que asista a uno de sus conciertos, como los de esos cinco días en los que actuará en el Compact Gran Vía de Madrid a finales de noviembre. En su "De par en par" Marta Sánchez se permite jugar, muy acertadamente, con un puñado de las muchas canciones que nos ha traído disco tras disco en esos primeros 25 años de carrera. Y en ese juego de canciones se ha mimetizado a la perfección con varios cantantes que la acompañan entonando sus temas. Si la versión (y el estupendo video) de "Soy yo" con Nena Daconte os ha gustado, no os perdáis lo que Malú y ella hacen con "Soldados del amor". Y ya, con letras mayúsculas habría que referirse a las canciones que perfecciona con Sergio Dalma, "En tus brazos" o con José Mercé, "No te quiero más". A este disco sólo podemos ponerle dos pegas: ¿dónde han quedado las versiones de "La belleza, con Pasión Vega y "Sigo intentando", con Rosario, o por qué no se han incluido en él?
A los lanzamientos de estas dos damas de la música en español no se ha podido unir aún Luz Casal, la tercera joya de esta particicular trinidad. Esperamos todos que sea hasta dentro de muy poco.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

El blog de la "inefable" Letizia

Incluimos lo de "inefable" en honor a Jaime Peñafiel que, como indica su apellido, se mantiene fiel a su lucha contra la Princesa de Asturias.
La verdad es que la amenaza última es para echarse a temblar: la Princesa de Asturias quiere plasmar su presencia en Internet mediante un blog redactado por ella misma. Vamos, como si Su Alteza Real necesitara incrementar aún más su presencia en los medios. Este rumor, de confirmarse, nos haría la puñeta a los demás blogueros del "pueblo llano", a los que  nos cuesta bastante ser leídos por un mínimo de seguidores. ¡¡Va a ser duro competir con el blog "real" de la Princesa de Asturias!!
Cuando leí esta noticia se la comenté a una de mis amigas. Para ella, para mi amiga, es lógico que Letizia añore sus tiempos de periodista, y que por eso quiera dedicar parte de su tiempo a escribir y redactar artículos. En eso sí que estoy de acuerdo. Yo también añoro a esa Letizia Ortiz que aparecía en la pantalla narrando noticias con un estilo bastante personal y atractivo. Me gustaba su forma de hablar y de moverse. Incluso compré alguna chaqueta inspirándome en las que sacaba ella cuando se sentaba al lado de Urdaci y cuando no podía permitirse aparecer con la cara planchada (otro comentario de mi querido Peñafiel) por la cirugía. Me alegraría mucho saber que doña Letizia añora a aquella persona, tan diferente de la creación en que se ha convertido.
Lo que no me acaba de cuadrar es de qué va a hablar la Princesa en su blog puesto que, por definición, la Monarquía no puede opinar sobre temas políticos en su sentido más amplio. ¿Nos va a recomendar la próxima colección de Felipe Varela? ¿Nos va a aconsejar de estilismo, cual Cosmopolitan Vogue / Elle / Telva? ¿Nos presentará los nuevos "letizios" o los centímetros de tacón recomendables para cada ocasión? ¿Nos aconsejará estilos de maletines para ir a entregas de premios? En fin, no sé a qué se va a poder agarrar. No dudo, en absoluto, de la preparación cultural de la Princesa de Asturias. Pero si va a limitarse a escribir sobre lo que le venga impuesto desde no sé dónde, sin la menor posibilidad de crear una opinión  propia, centrándose en temas sobre los que ya existe una conciencia mundial (la pobreza en el mundo, la igualdad de la mujer, los avances de la medicina, ecología,...) en ese caso estaremos de nuevo ante una tergiversación del sentido más profundo de un blog.

lunes, 25 de octubre de 2010

“¡Me pido ser Kelly Garret…!”

Seguro que a algunos de vosotros os suenan los nombres de Sabrina Duncan, Kelly Garret y Jill y Kris Munroe. ¿A que sí? Claro, son “Los Ángeles de Charlie”. Pero no los de esa petardada, con secuela incluida, que hace unos pocos años se auto-produjo Drew Barrymore en compañía de Cameron Díaz y Lucy Liu. Cómo sería el producto, que después de eso poco más de calidad ha filmado ninguna de las tres. No, a los que yo me refiero es a “Los ángeles de Charlie” de verdad, los de la tele.
¡¡Cómo ha pasado el tiempo, cielo santo!! Cuando era pequeña a mí siempre me tocaba ser Sabrina. Es que, con mis amigas, jugábamos a ser estas tres detectives. Como éramos cuatro nos vino muy bien que Farrah Fawcett desapareciera de la serie y llegara Cheryl Ladd: así teníamos un personaje cada una de nosotras. El problema era que, de las cuatro, dos queríamos ser Kelly, y ninguna queríamos ser Sabrina. La verdad es que Jaclyn Smith era un bellezón (y lo sigue siendo: ya sabéis, he curioseado un poco sobre la  vida de estas chicas para ver qué es de ellas), y Kate Jackson resultaba demasiado alta, tenía el pelo corto,… En fin, que como yo era la pequeña me tocaba ser siempre Sabrina. Y, así, como que le cogí cariño. Pero Kelly ha quedado en mi subconsciente como lo inalcanzable, gracias a mi amiga Merche.
¿Y a cuento de qué viene todo esto? Pues una amiga me ha dicho que la nueva cadena de televisión La 10, supongo que buscando un producto barato para estos primeros meses de emisión, ha rescatado de la nostalgia esta serie y la está reponiendo. Y no tiene desperdicio, por casi todo. Primero por lo bien peinadas que iban siempre estas chicas, que ni Sara Carbonero es capaz de mover la melena como ellas. Segundo, porque con la de vaivenes que ha ido dando la moda, ellas son capaces de lucir modelitos que no parecen desfasados (aunque hay algunos que tiran “p´a tras”). Tercero, porque era una serie adelantada a su tiempo: llevaban teléfono en el coche y usaban los walkie-talkies a modo de móvil, Charlie se encargaba de manejar el único ordenador que nombran (pero nunca salen… ni Charlie ni el ordenador en cuestión). Y por último, porque nos muestra una época en la que había ciertos principios que regían lo políticamente correcto tanto en la tele como en la vida de esas intrépidas policías: seguro que si le echáis un vistazo a la reposición no os pasa desapercibido que no se van fácilmente a la cama con nadie ni para descubrir al culpable de la mayor fechoría.
¡¡Cómo me gustaba, y me sigue poniendo la piel de gallina, la genial banda sonora de la serie y eso de “Había una vez tres muchachitas que fueron a la academia de policía, pero yo las aparté de todo aquello y ahora trabajan para mí. Yo me llamo Charlie”!!

domingo, 17 de octubre de 2010

Me alegro de haber conocido a Claire

Tengo una amiga (me temo que varias de las entradas que vayan apareciendo en este blog comenzarán así) que compra libros. Eso ya es un mérito, tal y como está el tema de los derechos de autor y la piratería. Pero es que mi amiga va más allá: compra libros incluso de los que no aparecen en la lista de los más vendidos. Además mi amiga los lee. Y, para colmo, los presta a su círculo de amistades. Este último paso del préstamo de libros, para qué voy a engañaros, a mí siempre me cuesta horrores. Cuando he dejado un libro a alguien, y casi siempre me los han devuelto, no he podido dejar de calcular el número de semanas que mi preciado préstamo quedaba fuera de mi control. En fin, una es así y ya no tiene edad para cambiar según qué hábitos.

Lo que os quería comentar es que mi amiga me dejó la novela de Sophie Bassignac titulada “Los acuarios luminosos”, que os recomiendo con total convicción. Después de las aventuras de Bridget  Jones, las de las protagonistas de “Sushi para principiantes” y de demás treintañeras que las imitaban ha sido una gran y grata sorpresa encontrar a Claire, la protagonista de esta novela. También en la treintena, también en medio de varios hombres, también extraña… pero totalmente diferente a los personajes de las otras obras citadas.

“Los acuarios luminosos” tiene un punto de partida que la sitúa muy cerca de la película “La ventana indiscreta”. La misma autora se encarga de mencionarlo al principio de la obra, cuando presenta a Claire y su afición de mirar por la ventana de su piso como alguien totalmente distinto del personaje interpretado por la elegante Grace Kelly en el filme de Hitchcock. Según avanza la novela encontramos, incluso, elementos que la podrían relacionar con “Historia de una escalera”, de Buero Vallejo, o con otra película, “La Comunidad”, de Alex de la Iglesia.

Ojalá estas líneas os animen a buscar a un amigo que os preste esta pequeña joya de la literatura actual. No os arrepentiréis aunque, incluso, tengáis que comprarla vosotros mismos.
Hasta la próxima.

jueves, 14 de octubre de 2010

Preferiría una novela, pero...

Voy a empezar esta aventura de escribir para un "alguien colectivo". No sé para quién, pero no quiero dejar de intentarlo. Una va cumpliendo años y siente ganas de lograr aquello de "plantar un árbol, tener un hijo y publicar un libro" que se decía que había que realizar a lo largo de la vida.
La verdad es que, echando un vistazo al panorama, puede que lo más urgente para la salud del planeta sea lo de plantar un árbol. Lo de tener un hijo puede que no sea para tanto, al menos visto desde fuera, porque hasta cualquier personajillo de Tele 5 puede tenerlos. Y de escribir libros, ¡¡qué vamos a decir!! ¿Recordáis a Leticia Sabater? ¡¡Pues hasta ella tiene algo publicado!!
Pese a lo negativos que puedan parecer estos razonamientos, no voy a echarme atrás en esto del blog. La verdad, preferiría escribir una novela, pero... vamos a ensayar con este invento cibernético.
No sé muy bien si debo presentarme o no, si debo cumplimentar un perfil o dejar que me imaginéis vosotros. Quizá lo más adecuado sea que me vayáis conociendo por lo que vaya escribiendo: ideas, comentarios, críticas (constructivas, ¡claro!), algún pensamiento,... que espero sea interesante y se aleje de algunos aspectos de la vida de los que ya nos dan bastante por todos lados.
Ojalá me acompañe alguien en este desafío. Si es así, podéis hacérmelo saber. Hasta la próxima vez.