jueves, 13 de enero de 2011

¡Soy una chica A3!

No soy muy amiga de los piropos (entendiendo por piropo el halago o expresión de admiración sobre todo hacia el físico de una persona). Y tampoco soy partidaria de dar pie a según que comentarios en el ámbito laboral. No es que vaya viendo signos de acoso por todas partes, pero la verdad es que prefiero cierta neutralidad o incluso asepsia en mis relaciones laborales. Sin embargo, tengo que reconocer que en la oficina me han dicho un comentario (¿entrará en la categoría de piropo?) que sí me ha gustado.
Y es que, vamos a ver, que a una la comparen con Belén Esteban (¡¡uahhhh!!) o cualquiera de sus compañeras de Tele-5, o con una de la tropa minifaldera y  lanzada de "Sé lo que hicisteis" (salvo Patricia Conde, si acaso) o de la Sexta en general, no es para estar orgullosa. Pero que un compañero o compañera de trabajo diga que una "parece una chica de los informativos de Antena 3", ciertamente es harina de otro costal.
Es evidente que las informadoras de Antena 3, con super-Susanna Griso a la cabeza, tienen su aquel. No hay más que fijarse en Mónica Carrillo (¡¡que hasta hace publicidad de cosméticos!!, más glamourosos que el yogurcito de Griso, dicho sea de paso), Lourdes Maldonado o Sandra Golpe. Ese "aquel" que tienen, en mi opinión, va más allá del estilismo que les impone la cadena de televisión, estilismo bastante acertado tanto en vestuario como en maquillaje. Su "aquel" va más en la dirección de la impresión que causan sus gestos comedidos, su pronunciación clara, su mirada directa,... no sé, pero hay algo en estas chicas que mola. Por eso, ser consciente de que a una chica como yo la ponen en un grupo como ese, ¿es un piropo? Creo que sí.
Cuando me hicieron ese comentario no le di importancia, en apariencia. Pero mi mente sí que empezó un análisis para comprobar la realidad de esa afirmación. Aunque no me conocéis personalmente sí os puedo asegurar que la imagen no es primordial para mí. Y sobre todo, os puedo garantizar que mi sueldo no da para capriles ni varelas. Vamos, que echo mano de Zara, como todo hijo del vecino, y sobre todo como toda hija de la vecina. Pero, en mi caso, sí hay un secreto. Muy cerca de donde vivo hay una pequeña tienda de ropa, no creo que llegue a los 30 metros cuadrados. La dueña, Martina, es una chica de mi edad más o menos, de un país del este. Hace cuatro o cinco años abrió su tienda, y la verdad es que consigue prendas preciosas a muy buenos precios. No trae más que dos unidades de la misma prenda, de dos tallas diferentes, así que es bastante posible lograr cierta personalidad al vestir, algo impensable si nos limitamos a Zara o Mango. Algunos días Martina cuelga un cartel en la puerta de su tienda avisando de que está visitando a nuevos proveedores, y por eso no puede atender al público durante un par de días. Siempre que veo el cartel en cuestión pienso: "Ánimo Martina, a ver qué nos traes para estos meses...". Y mi plegaria casi siempre obtiene buenas respuestas, porque gracias a sus elecciones de ropa puedo pasar de vestirme sólo de blanco, gris, negro y marrón, como hacen muchas compañeras de trabajo, pensando que esos colores facilitan la combinación de prendas. Puede que sea así, pero ¡¡es tan aburrido!! Si vieran los dos pequeños escaparates de Martina se darían cuenta de la de posibilidades que hay sin necesidad de gastar demasiado ni ir de Massimo Dutti o de Trucco.
No obstante, tampoco me voy a quitar méritos a mí misma: la tienda de Martina es una ayuda, sí, pero la que es chica Antena 3 ¡¡soy yo!!

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