viernes, 28 de enero de 2011

Óscar Bardem Cruz

Os pido perdón de antemano por la obviedad, pero es que esta semana se hace obligado aludir en mayor o menor medida a los Bardem-Cruz, por esa doble noticia de su paternidad/maternidad y de la nueva candidatura de Javier a los Oscars.
Es cierto que no me gusta demasiado ninguno de los dos como actores. A ella la considero más que nada un icono social, por la imagen que mantiene y su indudable triunfo en el mercado cinematográfico y publicitario mundial. He visto bastantes películas suyas,tanto de su etapa española como internacional, y me han gustado (no sorprendido ni emocionado, que es distinto) sus interpretaciones en “Elegy”, “Gothica” y “Vicky Cristina Barcelona”. Ciertamente no es una actriz fabulosa, pero cumple bien su cometido: no se choca con el decorado cuando se mueve, tiene una sonrisa portentosa y resulta más o menos creíble cuando llora.
En cuanto a él, lo único que se me ocurre para valorarlo como actor es que… No, no encuentro nada que le dé una categoría como intérprete. Sé que decir esto está muy mal visto socialmente, y más ahora con su nueva candidatura. Para mí sigue siendo un misterio por qué este señor, al igual que tantas otras figuras del panorama artístico español, permanece protegido y al margen de toda crítica profesional. El factor decisivo para que no llegue a creérmelo como actor puede ser el hecho de que el pobre haya heredado la desagradable e inmodulable voz de su madre, y con ese obstáculo no hay manera de ser un buen actor. Para prueba, la menos que mediocre carrera de Pilar Bardem. El hijo, Javier, desde “El detective y la muerte” o “Boca a boca”, lamentablemente, no ha tenido ningún tipo de evolución en ese aspecto interpretativo. En otros aspectos sí que ha evolucionado, y más que notablemente: de una forma de pensar político-social bastante marcada ha pasado a convertirse en padre en una clínica por la que paga, cada día, unos 3.000 euros. No sé si a mamá Bardem, tan ella para esas cosas (al menos de puertas para fuera), eso le parecerá bien. Al menos esta situación nos ha dejado imágenes que no tienen precio: las fotos de Pilar entrando y saliendo de esa clínica tan estadounidense, con la devoción que los Bardem siempre han mostrado hacia el American way of life. Con todo, me alegré enormemente cuando Javier ganó el Oscar por “No es país para viejos”: es increíble de lo que pude servir tener una cara inexpresiva como la suya, una voz similar a la de su madre y un pelucón que no se pondrían ni Las Virtudes.
¿Lo positivo de la familia Bardem-Cruz? Que sí, que a pesar de todo lo dicho hasta ahora, creo que lo tienen: su actitud hacia la prensa. Se les critica por ser distantes y no conceder entrevistas, sobre todo en España. Comparto con ellos el desdén por nuestros medios de comunicación relacionados con crónica social. En eso los dos, Penélope y Javier, mantienen su categoría, que quedaría totalmente en entredicho si aparecieran en cualquier programa de Jordi González, Jorge Javier Vázquez o Ángela Portero y compañía. Su vida privada es de ellos y por eso, ante esa decisión, me quito el sombrero. Ojalá el retoño de la pareja (¿le llamarán Óscar?) herede esa dignidad… ¡¡pero no la voz de la abuela!!

domingo, 23 de enero de 2011

Roja mejor que verde

Ya lo comentaba con vosotros hace alguna semana: entramos en la vorágine de ceremonias y galas para otorgar los premios correspondientes al año 2010. Y tenemos que volver al tema para animar y enviar energía positiva a los representantes del cine español, que dentro de poco se van a poner de tiros largos con ocasión del 25 aniversario de los premios Goya. Como decía, les tenemos que animar y enviar energía positiva porque, en estos 25 años, la alfombra verde de los Goya ha perdido en cuanto a categoría y elegancia (sin entrar a valorar los criterios cinematográficos en sí mismos) en comparación con cualquier alfombra roja de cualquier ceremonia de entrega de premios.
Y para muestra unos botones. No sé si recordáis algunas de las imágenes de los Goya últimos: Marisa Paredes, que parece que siempre lleva el mismo Sybilla, pero teñido de distintos colores; Carmen Maura, excelente actriz y persona, pero con un gusto pésimo en su vestuario de gala; Emma Suárez, que olvida ir a la peluquería la víspera de cada ceremonia; Maribel Verdú, que últimamente no se sale del color negro hasta aburrir; y así podíamos seguir con María Barranco, Pastora Vega, Aitana Sánchez Gijón, Lola Dueñas,... Únicamente Natalia Verbeke le pone un poco de color, Goya Toledo y Silvia Abascal muchas ganas, Paz Vega se quiere acercar a su imitada Penélope Cruz pero con su estilimo no lo consigue (a ésta la considero ya más de las alfombras rojas que de las verdes), y Belén Rueda, que dio el campanazo dos o tres veces, tiene ante sí el difícil reto de mantener su listón alto.
En cuanto a las alfombras rojas podemos echar mano de la última de los Globos de Oro, por eso de que la tenemos más reciente en la retina. Una lástima que nuestra querida Pe esté de baja maternal en estos menesteres, porque sabe dar lecciones de vestuario y saber estar a más de una; pero no podemos olvidar a Eva Longoria o Jennifer López, que marcan estilo con el atrevimiento que requiere una de estas ceremonias; o los brillos de Anne Hathaway y Scarlett Johansson, insuperables en esta ocasión; o la elegancia y el porte de Catherine Z-Jones, bellísima en esta inolvidable reincorporación de su marido después del tratamiento de su enfermedad; o el glamour y perfección de Angelina Jolie y Nicole Nidman en cada una de sus apariciones.
¿Seguimos comparando? No creo que haga falta. Lo que hace falta es que "las verdes"  se gasten en modelitos un poco más de todo ese dinero que reciben de las subvenciones, que hagan un cursillo acelerado con Elle, Vogue o Telva, que reciban clases de saber estar, saber saludar, saber subir y bajar una escalera, saber posar, saber sonreir,... de todo lo que "las de la roja" saben hacer tan bien y ellas, "las de la verde" quieren imitar. En fin, que mejoren un poco.
A lo mejor podemos vaticinar que este año asistirán a la ceremonia de los Goya estrellas como Natalie Portman, porque en los Globos de Oro se lució con ese rosetón para cubrir embarazo; quizá también venga de Christina Aguilera. Y la que seguro que viene y hasta puede que gane una estatuilla es Helena Bonham-Carter. ¡¡No os perdáis la foto de su vestuario!! Si vienen estas tres, quizá las estrellas patrias suban algún punto, aunque eso sea tan difícil de creer. Lo que podéis es hacer como yo, no os traguéis el petardazo de ceremonia de los Goya y, al día siguiente, buscad las fotos de "las de la verde". Estoy seguro de que nuestras actrices no nos van a defraudar, tampoco, este año.

jueves, 13 de enero de 2011

¡Soy una chica A3!

No soy muy amiga de los piropos (entendiendo por piropo el halago o expresión de admiración sobre todo hacia el físico de una persona). Y tampoco soy partidaria de dar pie a según que comentarios en el ámbito laboral. No es que vaya viendo signos de acoso por todas partes, pero la verdad es que prefiero cierta neutralidad o incluso asepsia en mis relaciones laborales. Sin embargo, tengo que reconocer que en la oficina me han dicho un comentario (¿entrará en la categoría de piropo?) que sí me ha gustado.
Y es que, vamos a ver, que a una la comparen con Belén Esteban (¡¡uahhhh!!) o cualquiera de sus compañeras de Tele-5, o con una de la tropa minifaldera y  lanzada de "Sé lo que hicisteis" (salvo Patricia Conde, si acaso) o de la Sexta en general, no es para estar orgullosa. Pero que un compañero o compañera de trabajo diga que una "parece una chica de los informativos de Antena 3", ciertamente es harina de otro costal.
Es evidente que las informadoras de Antena 3, con super-Susanna Griso a la cabeza, tienen su aquel. No hay más que fijarse en Mónica Carrillo (¡¡que hasta hace publicidad de cosméticos!!, más glamourosos que el yogurcito de Griso, dicho sea de paso), Lourdes Maldonado o Sandra Golpe. Ese "aquel" que tienen, en mi opinión, va más allá del estilismo que les impone la cadena de televisión, estilismo bastante acertado tanto en vestuario como en maquillaje. Su "aquel" va más en la dirección de la impresión que causan sus gestos comedidos, su pronunciación clara, su mirada directa,... no sé, pero hay algo en estas chicas que mola. Por eso, ser consciente de que a una chica como yo la ponen en un grupo como ese, ¿es un piropo? Creo que sí.
Cuando me hicieron ese comentario no le di importancia, en apariencia. Pero mi mente sí que empezó un análisis para comprobar la realidad de esa afirmación. Aunque no me conocéis personalmente sí os puedo asegurar que la imagen no es primordial para mí. Y sobre todo, os puedo garantizar que mi sueldo no da para capriles ni varelas. Vamos, que echo mano de Zara, como todo hijo del vecino, y sobre todo como toda hija de la vecina. Pero, en mi caso, sí hay un secreto. Muy cerca de donde vivo hay una pequeña tienda de ropa, no creo que llegue a los 30 metros cuadrados. La dueña, Martina, es una chica de mi edad más o menos, de un país del este. Hace cuatro o cinco años abrió su tienda, y la verdad es que consigue prendas preciosas a muy buenos precios. No trae más que dos unidades de la misma prenda, de dos tallas diferentes, así que es bastante posible lograr cierta personalidad al vestir, algo impensable si nos limitamos a Zara o Mango. Algunos días Martina cuelga un cartel en la puerta de su tienda avisando de que está visitando a nuevos proveedores, y por eso no puede atender al público durante un par de días. Siempre que veo el cartel en cuestión pienso: "Ánimo Martina, a ver qué nos traes para estos meses...". Y mi plegaria casi siempre obtiene buenas respuestas, porque gracias a sus elecciones de ropa puedo pasar de vestirme sólo de blanco, gris, negro y marrón, como hacen muchas compañeras de trabajo, pensando que esos colores facilitan la combinación de prendas. Puede que sea así, pero ¡¡es tan aburrido!! Si vieran los dos pequeños escaparates de Martina se darían cuenta de la de posibilidades que hay sin necesidad de gastar demasiado ni ir de Massimo Dutti o de Trucco.
No obstante, tampoco me voy a quitar méritos a mí misma: la tienda de Martina es una ayuda, sí, pero la que es chica Antena 3 ¡¡soy yo!!

miércoles, 5 de enero de 2011

Acabamos de empezar el año y... ¡¡ ya no estoy de acuerdo!!

Hace bien poquito que hemos dado por finalizado el año 2010. Lo siguiente, lo que nos toca ahora, es la revisión de ese año en cada una de las facetas que se nos ocurran, en forma de premios (Globos de Oro, Premios de la Crítica, Oscars,... ¿Goya?,...), listados de los mejor / peor vestidos, los más glamourosos, los modistos más destacados, las mejores imitadoras de Lady Gaga, coche del año,... En fin, un no acabar de premios, condecoraciones y títulos varios para llenar páginas y más páginas desde ahora hasta marzo por lo menos.
Y el primero de los que aparecen en una de estas listas es Leonardo DiCaprio. Si fuera el otro "Leonardo" famoso (dejando a un lado a Da Vinci, claro) mi opinión sería más favorable. No me negará nadie, evidentemente, que el gran Sbaraglia le da cien vueltas a DiCaprio, en todos los niveles, sentidos y en cualquier forma de medición posible. Pero no, en este caso se nos dice que Leonardo DiCaprio es el actor más taquillero de 2010, gracias a sus dos películas "Origen" y "Shutter Island".
Será verdad, claro, cuando lo pregonan a los cuatro vientos. Este tipo de valoración, emitida en virtud de algo tan ramplón como la taquilla de una película, no me afecta demasiado. A estas alturas de mi propia película ya tengo mis reservas en el acierto o no de la opiniones de la mayoría, y ya he dejado de mantener que algo sea bueno o malo en función de su alcance comercial o del número de energúmenos que lo defienda. Sin embargo, en este caso concreto, sí quería explicar el distanciamiento que muestro ante, al menos, una de las obras citadas.
Todavía no he tenido ocasión de ver "Origen". Bueno, ocasión sí que he tenido en realidad. Digamos que me faltaba  todo lo demás, menos la ocasión en sí misma: ganas, tiempo, entusiasmo... lo que sea. Sin embargo, sí he visto la película de Martin Scorsese, "Shutter Island", basada en la novela de Dennis Lehane. Vayamos por partes, porque hay bastante para comentar. Lo primero es que ya es la no sé qué película de Scorsese que protagoniza DiCaprio ("Gangs de Nueva York", "El Aviador", "Infiltrados", y seguro que alguna más). Digamos que, de tratarse de Almodóvar, Leonardo ya habría alcanzado la categoría de "chica Almodóvar" hace tiempo. Y tanta empatía entre un director y un actor puede resultar demasiado empalagosa.
En segundo lugar, la versión de Scorsese sobre la novela de Lehane, la verdad, no es de las mejores adaptaciones que ha llevado a cabo el realizador. Hay grandes aciertos visuales (como la atmosféra en las apariciones de la esposa del protagonista), pero hay también graves carencias en el guión. Da la sensación de que Scorsese ha preferido la imagen efectista que le proporcionaba el pasado del personaje de DiCaprio en la guerra antes que la profundidad que habría explicado más adecuadamente el devenir del personaje de Rachel, la esposa en cuya mente está la clave del comportamiento de DiCaprio. Lo imperdonable de esta preferencia por un ámbito u otro en la película es que la admirable novela daba pie a construir mucho más sólidamente la relación del matrimonio entre Teddy (=DiCaprio) y Rachel. Pero el señor Scorsese prefirió centrarse en otras escenas, quizá buscando un efectismo del todo innecesario en una obra tan compleja y completa como "Shutter Island".
Y, tocando ya de cerca a Leonardo DiCaprio, ni cuando anda, ni cuando habla, ni cuando escapa, ni cuando se interna en el barracón, ni cuando se mueve, ni cuando gesticula, ni cuando llora,... nunca ,en toda la película, parece contar con el peso que requiere este personaje. Es tan ligero su aporte, que incluso un acertado Mark Ruffalo en un aprovechadísimo papel secundario, muestra más seguridad y aporte que la estrella del proyecto.
No es que Leonardo DiCaprio no sea buen actor, pero para este papel hacía  falta una seguridad mucho mayor, hacía falta que a cada paso sus pies se quedaran plantados en la tierra. Y, de momento, DiCaprio sólo nos proporciona florecillas al pasar. Pero, eso sí, parece que a la taquilla le encantan esas florecillas.