miércoles, 5 de enero de 2011

Acabamos de empezar el año y... ¡¡ ya no estoy de acuerdo!!

Hace bien poquito que hemos dado por finalizado el año 2010. Lo siguiente, lo que nos toca ahora, es la revisión de ese año en cada una de las facetas que se nos ocurran, en forma de premios (Globos de Oro, Premios de la Crítica, Oscars,... ¿Goya?,...), listados de los mejor / peor vestidos, los más glamourosos, los modistos más destacados, las mejores imitadoras de Lady Gaga, coche del año,... En fin, un no acabar de premios, condecoraciones y títulos varios para llenar páginas y más páginas desde ahora hasta marzo por lo menos.
Y el primero de los que aparecen en una de estas listas es Leonardo DiCaprio. Si fuera el otro "Leonardo" famoso (dejando a un lado a Da Vinci, claro) mi opinión sería más favorable. No me negará nadie, evidentemente, que el gran Sbaraglia le da cien vueltas a DiCaprio, en todos los niveles, sentidos y en cualquier forma de medición posible. Pero no, en este caso se nos dice que Leonardo DiCaprio es el actor más taquillero de 2010, gracias a sus dos películas "Origen" y "Shutter Island".
Será verdad, claro, cuando lo pregonan a los cuatro vientos. Este tipo de valoración, emitida en virtud de algo tan ramplón como la taquilla de una película, no me afecta demasiado. A estas alturas de mi propia película ya tengo mis reservas en el acierto o no de la opiniones de la mayoría, y ya he dejado de mantener que algo sea bueno o malo en función de su alcance comercial o del número de energúmenos que lo defienda. Sin embargo, en este caso concreto, sí quería explicar el distanciamiento que muestro ante, al menos, una de las obras citadas.
Todavía no he tenido ocasión de ver "Origen". Bueno, ocasión sí que he tenido en realidad. Digamos que me faltaba  todo lo demás, menos la ocasión en sí misma: ganas, tiempo, entusiasmo... lo que sea. Sin embargo, sí he visto la película de Martin Scorsese, "Shutter Island", basada en la novela de Dennis Lehane. Vayamos por partes, porque hay bastante para comentar. Lo primero es que ya es la no sé qué película de Scorsese que protagoniza DiCaprio ("Gangs de Nueva York", "El Aviador", "Infiltrados", y seguro que alguna más). Digamos que, de tratarse de Almodóvar, Leonardo ya habría alcanzado la categoría de "chica Almodóvar" hace tiempo. Y tanta empatía entre un director y un actor puede resultar demasiado empalagosa.
En segundo lugar, la versión de Scorsese sobre la novela de Lehane, la verdad, no es de las mejores adaptaciones que ha llevado a cabo el realizador. Hay grandes aciertos visuales (como la atmosféra en las apariciones de la esposa del protagonista), pero hay también graves carencias en el guión. Da la sensación de que Scorsese ha preferido la imagen efectista que le proporcionaba el pasado del personaje de DiCaprio en la guerra antes que la profundidad que habría explicado más adecuadamente el devenir del personaje de Rachel, la esposa en cuya mente está la clave del comportamiento de DiCaprio. Lo imperdonable de esta preferencia por un ámbito u otro en la película es que la admirable novela daba pie a construir mucho más sólidamente la relación del matrimonio entre Teddy (=DiCaprio) y Rachel. Pero el señor Scorsese prefirió centrarse en otras escenas, quizá buscando un efectismo del todo innecesario en una obra tan compleja y completa como "Shutter Island".
Y, tocando ya de cerca a Leonardo DiCaprio, ni cuando anda, ni cuando habla, ni cuando escapa, ni cuando se interna en el barracón, ni cuando se mueve, ni cuando gesticula, ni cuando llora,... nunca ,en toda la película, parece contar con el peso que requiere este personaje. Es tan ligero su aporte, que incluso un acertado Mark Ruffalo en un aprovechadísimo papel secundario, muestra más seguridad y aporte que la estrella del proyecto.
No es que Leonardo DiCaprio no sea buen actor, pero para este papel hacía  falta una seguridad mucho mayor, hacía falta que a cada paso sus pies se quedaran plantados en la tierra. Y, de momento, DiCaprio sólo nos proporciona florecillas al pasar. Pero, eso sí, parece que a la taquilla le encantan esas florecillas.

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