viernes, 8 de abril de 2011

Una morena y una rubia: “la Loli” y “la Mamen”

Siento mucho volver a incidir sobre una rubia (os aseguro que esta repetición no es producto de un trauma de adolescencia, y que ninguna rubia me robó un novio en mis años universitarios), aunque en este caso vaya acompañada de una morena de similar calibre, por eso de nivelar la balanza.
Un día sí y otro también escuchamos en los medios de comunicación el poco nivel que tiene nuestro país: que si el bajo nivel académico comparativo de los estudiantes españoles, que si la fragilidad mal encubierta de nuestro sistema financiero, que si la escasa competitividad de la economía española, que si la ineficacia del presidente del gobierno, que si la inacción del jefe de la oposición,… Y ahora, además, nos encontramos con estas dos energúmenas como fuente de noticias. Y la verdad es que las dos señoras, “la Loli” (= María Dolores de Cospedal) y “la Mamen” (= Carmen Chacón) no elevan, precisamente, la imagen ni la valoración de la mujer hispana.
Salvo el hecho de que una se suele sentar más a la derecha y la otra más a la izquierda, la realidad es que estas dos mujeres comparten algo más que el casticismo de los nombres con los que las bautizaron. Lo más obvio es que las dos se están repartiendo parte del protagonismo que están generando las elecciones próximas: una porque puede convertirse en presidenta de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha el próximo 22 de mayo (lo que añadiría un salario más a la larga lista de ingresos mensuales que acumula y que, oportunamente, fue sacada a la luz por la prensa); y la otra porque, con bastante moral, aspira a ser la primera candidata a la jefatura del gobierno en caso de imponerse en unas primarias internas.
Y, viéndolas a las dos, me pregunto yo si en sus respectivos partidos no podrían haber buscado y encontrado a otras dos mujeres para estas funciones. Otras mujeres que demostraran que les corre sangre por las venas, porque las venas y arterias de estas dos pavisosas seguro que están escasísimas de glóbulos tanto rojos como blancos, que en cuestiones de sangre no hay ideologías. En el partido de “la Loli” es obvio que hay señoras con más arranque y más cuajo; en el de “la Mamen”, la verdad, han explotado tanto lo de la paridad que pueden haber quemado su tristísima cantera femenina.
Comparativamente estas dos féminas se parecen en algunas características más. La que más me llama la atención cada vez que las veo es su apariencia monjil: sus gestos, su tono monocorde y falto de emoción, su tez pálida… todo en ellas me lleva a imaginarlas, sin esfuerzo alguno, como protagonistas de “Canción de Cuna” o “La herida luminosa” de José Luis Garci. Puede que ese carácter religioso se acentúe por el vestuario de las dos. Si pudiéramos intercambiar los trajes que lucen (“lucir” es un decir, porque hasta Camilla Parker en chándal transmite más carácter que cualquiera de éstas dos) la verdad es que ni nos daríamos cuenta, tal es la impersonalidad de la que hacen gala en cada una de sus apariciones públicas.
¡Y qué decir de su discurso y de su facilidad de palabra! Cuando no les falla la dicción, dudan al hablar y rectifican constantemente; o si no, arropan sus aseveraciones con un convencimiento más propio de Pocoyó que de supuestas políticas de primera fila. Del papel que han desempeñado en la gestión de las tareas que han llevado a cabo tampoco vamos a comentar mucho. Sobre todo de esa ministra de Defensa de la que se oyó hablar más cuando rompió el protocolo por su indumentaria en una ceremonia militar (¡¡qué barbaridad, qué audaz eres, Mamen!!) que cuando se lía la que se ha liado en Libia.
Pues eso, que en España hay muchas mujeres mejor preparadas y más carismáticas que estas dos niñas bien metidas a políticas. Será cuestión de no mirar ni a derecha ni a izquierda para encontrar esas otras posibilidades, ¿a que sí?

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