jueves, 26 de abril de 2012

Eso no se toca

En los últimos tiempos nos estamos acostumbrando a escuchar tal cantidad de cifras desorbitadas que resulta extraño que no nos mareemos con la de miles de millones de euros que nos rodean. Lo que se despilfarró en las legislaturas anteriores es de infarto, sí; pero si sumamos todo lo que estamos ahorrando según el nuevo gobierno, la verdad es que ya debemos de haber recuperado una gran parte. A los ministros, la verdad, es que se le llena la boca con todos los ceros que acompañan a sus cifras de ahorro con todas las medidas que están imponiendo.
El ajuste que estamos esperando aún es el de TVE, que también es un agujero sin fondo. No creo que nade pueda estar de acuerdo con el salario de Anne Igartiburu que, a pesar de llevar quince años haciendo y diciendo lo mismo a la misma hora, continúa trabándose y equivocándose como el primer día; o con los salarios publicados de Mariló Montero, pobre, quejándose porque le han rebajado el sueldo un 40% (no se dará cuenta de que el 60% de muchísimo sigue siendo mucho); por no hablar del contrato de José Mota, que maldita la gracia que tienen ni él ni su salario (sí, lo confieso, soy de las pocas personas que no soportan ese tipo de humor, ¡¡qué le voy a hacer!!). La conclusión es que estamos pagando millonadas a mucha gente que  hace algo que no vale tanto; claro, que lo que no sabemos es lo que estamos pagando a muchos otros sin hacer nada. En fin.
Pagar todo este dinero en una televisión pública es un contrasentido. Pero estamos en España, y el contrasentido debería formar parte de nuestra definición. Por un lado hemos mantenido ese nivel retributivo y, a la vez, quitamos la publicidad de TVE. Proclamaron a los cuatro vientos la falta de publicidad en TVE, pero silencian que siguen manteniendo los cortes casi en la misma proporción: lo único que cambia es que en lugar de anunciarte el Ariel que lava más blanco y el Seat que esquiva obstáculos en la carretera ahora resulta que nos tenemos que tragar cada vez el autobombo y la autopromoción que hace de sí misma La Primera o La Uno o como narices se llame ahora. Supongo que alguien se habrá llevado algo por conseguir que las privadas incrementen su nivel de publicidad.
Ojalá ajusten de una vez la televisiones públicas, tanto nacional como autonómicas. No creo que por este recorte vaya a haber muchas movilizaciones sociales (¿os imagináis a Igartiburu, Montero y Mota acampando en Sol?), más bien la audiencia celebrará un poco de sentido común. Señores ministros, diferencien ustedes de una vez de dónde hay que recortar, y qué resulta esencial y básico para los ciudadanos: de la televisión, los sindicatos, la patronal, los sueldos públicos, la administración,... de ahí sí. Pero el transporte, la educación, la sanidad y los servidios sociales no se tocan.

1 comentario:

  1. Las televisiones públicas habría que privatizarlas, todas. Quizá podría quedar La2 como único canal de servicio público y cultural. El resto, incluidas las autonómicas, privatizadas. De hecho las teles públicas sirven fundamentalmente como instrumento propagandista del gobierno de turno.

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