jueves, 22 de septiembre de 2011

A propósito de las "-esas"

En primer lugar debo aclarar que el título que le he puesto a esta entrada del blog no es una falta gramatical, por si a alguien se le había ocurrido esa posibilidad. Para saber a qué hace referencia lo mejor que podéis hacer es seguir leyendo un poco más. Y en segundo lugar, debo aludir a que estamos viviendo unas semanas con bastantes hechos dignos de análisis en la prensa y por supuesto también en los blogs más importantes. En un rápido repaso, sin demasiada profundidad, podríamos encontrar algunos de los que siguen.
Obviando la bolsa, sus vaivenes y la crisis económica, tenemos por ahí las 7 lecciones de Rajoy a Zapatero, por ejemplo; la verdad es que podía haber incluido una 8ª lección sobre la dignidad y los salarios de la clase política. Y de paso Mariano podía incluirla en su programa electoral, aunque a Cospedal le costara un disgusto y la renuncia a alguno de sus sueldos. En fin.
¿Qué más tenemos? Tampoco podríamos dejar de lado la fauna poco recomendable que rodea al ave galliforme más famosa de la democracia, el “Faisán”, y la amenaza constante sobre la falta de independencia de la justicia española y su habitual politización.
También, y seguro que a algún universitario le gustaría, podríamos tratar de la oscura perspectiva de censura que se cierne sobre la radio y la televisión públicas, con ese deseo insano del Consejo de Administración de controlar la información antes de que sea emitida.
Eso por no citar la recuperación del impuesto sobre el patrimonio, los bienes de los diputados y senadores (¡¡ese pobrecito Tomás Gómez, con sólo 1400 euros en su cuenta bancaria…!!)
Sin embargo, pese a este suculento panorama, del que me he limitado a citar unos cuantos ejemplos, no he podido contenerme y he sucumbido a la tentación frivolona de dedicar esta entrada del blog a las “-esas”. Sí claro, a la baron-esa y a la duqu-esa, o a Tita y a Cayetana, como prefiráis.
La Thyssen es actualidad porque está de morros otra vez: no está conforme con la imagen que se ha proyectado de su persona en la miniserie emitida recientemente por Tele5. Es como si esta “-esa” no se diera cuenta de la suerte inmensa que ha tenido al haber sido personificada por dos de las actrices más solventes del panorama patrio. La verdad es que ya le gustaría a la baronesa real contar con una de esas dos voces, de las más sugerentes y mejor moduladas de España, sobre todo si considera su propia forma de hablar. No soy muy aficionada a estas series que se han puesto tan de moda, basadas en personajes reales contemporáneos. Pero Mar Regueras era una garantía, y sentía cierta curiosidad por volver a ver a la eterna y fantásticamente conservada (¿¡cómo lo hace!? No es posible que el bisturí por sí sólo tenga esos efectos tan sorprendentes, de eso estoy segura) Silvia Tortosa. Así que, Carmencita, no te quejes, que te podrían haber plantado a la insulsa Pastora Vega y a la exageradísima Marisa Paredes y entonces sí que tendrías derecho a cualquier tipo de reparación por daños y perjuicios. Es lógico que echar la vista atrás abra ciertas heridas y no sea muy de nuestro agrado volver a mostrar de nuevo lo que tan cuidadosa y convenientemente se ha querido guardar en el baúl de las siete llaves. Hay una teoría que señala que el olvido es algo voluntario: cuando una persona comete un acto cuyo recuerdo  le provoca sentimientos negativos, esa persona es capaz de eliminarlo casi por completo de su cerebro para que no entorpezca su vida futura. Y Carmen Cervera parece ser una maestra en eso de borrar su pasado y, lógicamente, no le gusta que se lo recuerden ahora, sobre todo después de que los pelotas y lisonjeros que la rodean hayan estado años sin aludir a él.
De pelotas y lisonjeros también debe de saber mucho la otra “-esa”. Pero a diferencia de la Thyssen, los aduladores de la duquesa de Alba no son únicamente quienes la rodean, sino que son también los periodistas, los tertulianos y la mitad de la población española. De Cayetana y su novio se podrán decir muchas cosas, pero no lo que se oye y se lee día sí y día también en los distintos medios de comunicación: que son una pareja como cualquier otra, que la novia irá guapísima el día de la boda, que es normal que una mujer de su edad vuelva a enamorarse, que el novio no está interesado en quién es Cayetana-duquesa y que sólo le importa la felicidad de Cayetana-persona, que ha  triunfado el amor… ¡¡Pero de qué va toda esta gente!! Que Cayetana de Alba se puede casar cuando quiera y con quien quiera, es evidente. Pero no creo que se pueda decir de una novia de ochenta y varios años que irá guapísima al enlace; podrá llevar un vestido precioso (por cierto, vaya marronazo para Vitorio y Lucchino), podrá ir elegante (algo harto complicado tratándose de esta señora, dicho sea de paso) y podrá ser muy simpática. Pero nada más. De la falta de interés del novio en la condición de la duquesa, vamos, no creo que sea preciso comentar nada: en todo caso, si don Alfonso quiere le puedo presentar a mi tía abuela Engracia, que es de la edad de doña Cayetana y está de mucho mejor ver y además se le entiende cuando habla; pero me temo que el señor Díez no se mostraría tan solícito con Engracia como con Cayetana, ¿a que no? Sin embargo, existe algo así como una conspiración nacional para dar a entender todo lo contrario y volcarse  en lo romántico de esta situación.
Con todo, tanto a Carmen Cervera como a Cayetana de Alba hay que agradecerles que nos saquen, aunque sólo sea de vez en cuando, de la que está cayendo en esos otros ámbitos que tampoco queremos ni podemos olvidar, por la cuenta que nos trae. Y que lo hagan, además, lejos de quienes gritan “Sálvame”.



1 comentario:

  1. Lo primero, en calidad de universitario cualquiera, no me queda más que dar fe de la falta de transparencia informativa y libertad de expresión que se respira últimamente en nuestros medios de comunicación.

    Y lo segundo, me gusta que esta vez te dediques a hablar de las -esas porque demasiadas ganas, tiempo, esfuerzo y espacio en nuestros blogs hemos dedicado ya a los políticos.

    Un abrazo enorme, L-Gante.

    Manu UC.

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