Desde hace unos años, y seguro que va a continuar durante
algunos más, existe una exagerada proliferación de gerundios tanto en inglés
como en español en los títulos de películas que llegan a los cines (a los cines
es un decir, porque llegan sobre todo a los DVDs y a los ordenadores…). Seguro
que todos recordamos “Buscando a Nemo” (“Finding Nemo”), “Esperando un respiro”
(“Waiting to Exhale”), “Buscando a Susan desesperadamente” (“Desperately
seeking Susan”), “A propósito de Henry” (“Regarding Henry”), “Finding
Forrester” (“Descubriendo a Forrester”) o “Salvar al soldado Ryan” (“Saving
Private Ryan”). Algunos ya estábamos hartos de esta manía hace ya tiempo, y así
lo hacíamos saber a nuestros amigos y acompañantes en las tertulias que surgían
cenando o tomando un café al salir del cine. Pues bien, ahora soy yo misma
quien, sin una razón clara, utilizo el gerundio como título de esta entrada del
blog para escribir sobre Jason Bateman.
Estoy segura de que su cara no pasaría desapercibida para los
aficionados al cine, sobre todo si no es de enorme presupuesto y si es cine
americano. Puede que para muchos/as no sea guapo, no es alto (ni para muchos ni
para muchas, para nadie), ni resulta el prototipo de tío sexy. Sin embargo, al
reencontrarme con él últimamente en varias películas he descubierto que me
resulta de lo más atractivo. Vamos, que soy capaz de ver una película suya sólo
por su presencia.
Lo del “reencuentro” con él tiene su misterio porque ocurrió
hace algo así como veinticinco años, así que os voy a contar lo que he sido
capaz de recordar y de confirmar (esto último gracias a Internet, claro). Mi
hermana, siete años mayor que yo, era (y lo sigue siendo hasta cierto punto,
con más razón ahora si cabe) fiel admiradora de Michael J. Fox. Entre la enorme
cantidad de películas en la que trabajó este actor a finales de los años
ochenta, había una versión adolescente del mito del hombre-lobo, titulada “Teen
Wolf” (1987). Pues bien, recuerdo perfectamente una foto de Jason Bateman con
algo así como dieciocho años en "Superpop”, la ya histórica revista.
Y recuerdo también perfectamente a mi hermana mayor soltando improperios ante
la foto en cuestión, porque el tal Bateman iba a ser el sustituto de Fox en la
secuela de “Teen Wolf”, supongo que al haber alcanzado éste un status superior
en la industria cinematográfica. Os aseguro que desde entonces hasta hace poco
más de cuatro años había olvidado por completo a este señor, algo totalmente
lógico dada mi edad en ese momento.
Sin embargo, a partir de “The Break Up” (“Separados”, 2006)
y sobre todo de “Juno” (2007) caí en la cuenta de que Jason Bateman era un
viejo conocido mío, y me alegré mucho al saber que continuaba en el mundo de
los vivos, y bastante activo, por cierto . Os aseguro que no pretendí ver
“Hancock” (2008) por mí misma, pero diversas circunstancias me llevaron al cine
a ver esta película. Y allí me lo encontré de nuevo como marido de Charlize
Theron y rival de Will Smith. Fue cuando me propuse no perderlo de vista
durante demasiado tiempo. Así que le seguí las pista hasta llegar a “The
Switch” (“Un pequeño cambio”, 2010) y “Horrible bosses” (“Cómo acabar con tu
jefe”, 2011). Así que me imagino que cualquier día de estos haré por ver “The
change up” (“El cambiazo”, 2011), aún en cines.
En varias de estas películas Jason Bateman trabaja con
Jennifer Aniston, que tiene la peculiaridad de haber sido considerada
recientemente, se presupone que por el público masculino, como la actriz más
sexy de la historia del cine (¡casi nada!) sin haber pasado a ser considerada
una amenaza por el público femenino. Y es en una de sus películas con Aniston
en la que Bateman tiene una de esas escenas antológicas que quedarán en mi
recuerdo como más originales y divertidas. En esa sección de mi cerebro
almaceno algunas secuencias que en muchos casos no serán recordadas por los
cinéfilos más exigentes. ¿O acaso son muchos los que recuerdan el baile
culinario de Cate Blanchet al ritmo de Bonnie Tyler en “Bandits”, otra de mis
escenas favoritas? Quien la recuerde, que se anime a presenciar el momento de
Bateman borracho, neurótico y enamorado,
encerrado en el cuarto de baño de Aniston, teniendo al alcance de su
mano el recipiente con el esperma de un donante, destinado a fecundar a su
amada. “Un pequeño cambio”.
No tengo intención de perderte de vista, pero si es así
volveré a recuperarte en otros veinticinco años. ¡Hasta entonces, Jason!
¡Hola! ¡Feliz Año!
ResponderEliminarLograste avivar mi curiosidad por el tipo y, como hago en estas ocasiones, le he buscado en Google Imágenes. No tiene mala planta,no. Le seguiremos la pista.
¡Nos leemos!